Los valores más sólidos son los que surgen del alma noble y el alma noble es aquella que conserva durante toda su vida la ingenuidad y la inocencia. Es importante reflexionar sobre el sentido de la valentía, del deber y de la justicia; hay que revalorizar la sencillez y la pureza, y, sobre todo, debemos dejar siempre vivir aquello cuya única función es sembrar alegría alrededor. Por eso, nunca mates a un ruiseñor.
Aunque el libro quedó eclipsado por la película, especialmente por la magnífica interpretación de Gregory Peck y por la inteligente elección de los personajes, yo reivindico la novela porque me parece un gran libro. Y me parece un gran libro por varias razones:
Porque está escrito con sencillez y precisión y utiliza el lenguaje con maestría para provocar sentimientos diversos, como rebeldía, indignación, ternura, simpatía...
Porque, a pesar de haber elegido a una niña para contar una historia tan emotiva, no cae en el sentimentalismo fácil.
Porque trata muchos temas. Detrás de ese tema que, según mi opinión, es aparentemente el central, la denuncia del racismo, el libro cuenta muchas historias. Narra el proceso de formación de estereotipos y cómo los prejuicios condicionan el papel que cada uno desempeña en la sociedad. Nos hace reflexionar sobre la falta de autocrítica hacia nuestra propia cultura (se compadecen de los judíos mientras machacan a los negros). Hace un retrato de una sociedad. Critica el papel de la religión en la formación de los valores de un pueblo. Pero, para mi, hay un tema que trasciende a todos estos, que es el que da título al libro y que creo que es el principal asunto sobre el que la escritora ha reflexionado: la muerte de la inocencia y de la ingenuidad y la reivindicación de esta como el camino hacia la transmutación de valores.
Hay dos personajes que me parecen claves en esta historia, (a parte de Atticus y los niños), y es Boo, que se encierra porque no quiere ver la sociedad que le rodea; y el blanco que vive con una negra y se hace creer adicto a la bebida. Genial.
Porque, a pesar de haber elegido a una niña para contar una historia tan emotiva, no cae en el sentimentalismo fácil.
Porque trata muchos temas. Detrás de ese tema que, según mi opinión, es aparentemente el central, la denuncia del racismo, el libro cuenta muchas historias. Narra el proceso de formación de estereotipos y cómo los prejuicios condicionan el papel que cada uno desempeña en la sociedad. Nos hace reflexionar sobre la falta de autocrítica hacia nuestra propia cultura (se compadecen de los judíos mientras machacan a los negros). Hace un retrato de una sociedad. Critica el papel de la religión en la formación de los valores de un pueblo. Pero, para mi, hay un tema que trasciende a todos estos, que es el que da título al libro y que creo que es el principal asunto sobre el que la escritora ha reflexionado: la muerte de la inocencia y de la ingenuidad y la reivindicación de esta como el camino hacia la transmutación de valores.
Hay dos personajes que me parecen claves en esta historia, (a parte de Atticus y los niños), y es Boo, que se encierra porque no quiere ver la sociedad que le rodea; y el blanco que vive con una negra y se hace creer adicto a la bebida. Genial.
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