Con un lenguaje sencillo, una lectura lineal, sin dificultades aparentes, narrado en tercera persona, Kafka nos presenta una obra susceptible de diversos niveles de lectura.
Podría ser una fábula con una clara moraleja: "Según te veas a ti mismo, así te verán los otros" y de ese modo subrayaríamos el aspecto psicológico, sujetivista, de la historia; podría ser una novela de terror, en la que el suspense y la intriga son elementos incuestionables; podría ser una novela autobiográfica, ya que resulta evidente la continua alusión del escritor a sus vivencias personales. Sin embargo, desde mi punto de vista, esta novela va más allá y se convierte en una auténtica joya del expresionismo literario. Es una novela de vanguardia, que insiste en el reflejo del mundo interior del protagonista. Es una novela pionera en el género del absurdo, casi dadaísta, en la que se recurre a una metáfora y a un relato muy corto, casi esquemático, para condensar una serie de elementos políticos, históricos, económicos y sociales.
Para mí la historia tiene tres partes: alienación, en un primer momento el individuo como consecuencia de unas determinadas estructuras de poder que son heredadas de la revolución industrial se convierte en otro, se aliena; deshumanización, se le va privando de todos los elementos propiamente humanos, los muebles, la compañía, la comprensión...; y la muerte del individuo frente al hombre-masa.La historia es también un ejercicio de catarsis, que contiene los ingredientes de la teoría psicoanalista. Un análisis del inconsciente colectivo, el peso de la culpa y la mala conciencia, que el protagonista lleva clavadas como esa manzana que se pudre en él. El complejo de inferioridad que siempre acompañó a Kafka y esa complicadísima relación paternofilial.
Sin duda, es uno de esos libros que han marcado un hito en el mundo literario. Para mi, una obra de arte
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