Encuentro varios puntos en común entre las dos novelas de este autor que he leído. Por una parte, el pesimismo. En segundo lugar, la guerra como escenario de fondo. En tercer lugar, el estilo: frases cortas, capítulos cortos, un suspense in crescendo y un final inesperado y sorprendente que desmonta los hechos. Magistrales, los nombres de los personajes y lo que representan: el Contra, Fracasse, Clémence, Belle de jour...Curioso el uso del número tres en las descripciones: "porque el juez ya está al corriente, porque ya está en camino, porque está a punto de llegar"; "a mis pies se desparramaron días perdidos, años muertos, dramas olvidados"; "juez es una palabra mágica como Dios, como muerte, como niño"...Una narración como en espiral que te arrastra en un vertiginoso suspense hasta un punto central que es el sentido de la historia.
No es una novela policiaca, aunque haya un asesinato y un policía. Tampoco es una novela de misterio, aunque haya muchos sin resolver. Para mí es una novela filosófica. La filosofía dominante en la novela aparece, desde mi punto de vista en una frase: "Cada día, sin ni siquiera darnos cuenta, matamos a mucha gente, de pensamiento y de palabra. Bien mirado, al lado de todos esos crímenes abstractos, los asesinatos reales son escasos. El equilibrio entre nuestros deseos culpables y la realidad absoluta sólo se da en las guerra".
La realidad es dialéctica. El ser humano es una pura contradicción y la guerra desnuda a las personas sacando a veces lo blanco que hay en las almas (como en el caso de Mme. de Flers) y a veces lo más negro, porque no hay almas totalmente blancas, ni almas totalmente negras. Todos tenemos el alma gris.
Desde mi punto de vista, lo mejor, lo genial en el estilo de este autor es la subjetividad con que narra los hechos. Un narrador, al que desconocemos, nos presenta unos hechos desde una perspectiva. Nos hace sentir simpatía hacia unos personajes y antipatía hacia otros. Nos hace partícipes de sus interpretaciones. No nos da opción a juzgar libremente.Sólo al final nos suelta la mano y nos deja en la más absoluta confusión:¿quién es él en realidad? ¿por qué quiere a toda costa inculpar al fiscal? ¿cuál es la realidad de los hechos?
Para mí, el tema central de la novela es el examen de conciencia que hace el narrador.
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